Cierto, un periodista merece el mismo trato que un obrero. Pero si el periodista, por la crisis o por el ventajoso de quienes la manejan, se ve relegado al silencio, ¿quién contará lo que le pasa, lo que le hacen al obrero? Su desaparición, o su sumisión debida a la precariedad, constituyen un mal añadido, una grieta social por la que se escurren las imprescindibles verdades.
Maruja Torres, Diez veces siete.